El peso de por sí es un tema muy sensible para la mayoría, ya que hemos sido bombardeados con múltiples formas para adelgazar, así como la enorme cantidad de factores que causan el aumento de peso. Sin embargo, ¿alguna vez te han hablado sobre el cortisol y sus efectos en la salud?
Conocido como la “hormona del estrés”, su función va mucho más allá de cómo reaccionas ante una crisis. De hecho, afecta directamente tu metabolismo, tu apetito, tu sueño… y sí, también la forma en que tu cuerpo almacena grasa.
¿Qué es el cortisol?
De acuerdo con la Universidad de Cleveland, el cortisol es la hormona esteroide producida por las glándulas suprarrenales que ayuda regular la respuesta del cuerpo al estrés.
Su objetivo principal es ayudarte a reaccionar en momentos de amenaza: eleva la glucosa en sangre para darte energía rápida, aumenta la presión arterial y suprime funciones no esenciales, como la digestión o la reproducción, para que puedas enfocarte en “sobrevivir”.
Pero el problema llega cuando este estado de alerta se vuelve crónico. Si tu cuerpo está constantemente bajo presión, ya sea por trabajo, insomnio, problemas personales o incluso una mala alimentación, el cortisol deja de ser un aliado y empieza a desajustar otros sistemas clave.
En palabras simples: lo que te salvaba en una emergencia ahora puede estar saboteando tu bienestar diario.

¿Cómo afecta el cortisol en la pérdida de peso?
Aquí es donde la cosa se complica. Según la Dra. Reshmi Srinath, endocrinóloga del Mount Sinai Hospital, niveles altos y sostenidos de cortisol no solo aumentan el apetito, sino que provocan una fuerte tendencia a comer alimentos hipercalóricos. Y eso no es todo: también favorecen la acumulación de grasa, especialmente en la zona abdominal.
Además, el exceso crónico de esta hormona altera el manejo de la glucosa en la sangre y aumenta la secreción de insulina, generando resistencia a esta última. “El aumento sostenido del cortisol puede dificultar que el cuerpo regule la glucosa, aumentando la acumulación de grasa”, explica el Dr. Grant Tinsley, nutricionista especializado.
Básicamente, es un círculo vicioso: más estrés, más cortisol; más cortisol, más grasa; más grasa, más frustración.
Estudios como el ELSA-Brasil, uno de los más grandes a nivel mundial en temas de salud pública, revelaron que las personas con niveles elevados de cortisol tienen hasta 72% más probabilidad de sufrir obesidad, incluso cuando hacen dieta y ejercicio.

¿Cómo afecta el cortisol a tu salud en general?
El impacto del cortisol no se limita al peso. También interfiere con tu descanso, tu energía diaria y tus hormonas del hambre. El mal sueño, por ejemplo, eleva la grelina (hormona que estimula el apetito) y reduce la leptina (hormona que da la señal de saciedad), lo que te lleva a comer más y peor al día siguiente.
Y si sumamos estrés, antojos y poca energía, el resultado es una salud que se resiente poco a poco. Por eso, controlar los niveles de cortisol no es solo una cuestión estética, sino de salud integral.
Los expertos recomiendan estrategias muy concretas: hacer ejercicio de manera regular, dormir entre 7 y 9 horas diarias, practicar técnicas de relajación como meditación o respiración profunda, y llevar una alimentación rica en frutas, verduras, omega-3 y magnesio.
Así que ya sabes, si quieres perder peso de forma sostenible, no basta con contar calorías: también hay que contar con tu cuerpo. Y eso empieza por reducir el estrés y mantener tu cortisol en equilibrio. Porque a veces, lo que más te está pesando… no se ve en la báscula.

Coordinadora de Chic Magazine digital. Egresada de la Licenciatura en Comunicación de la FES Acatlán. Vivo de cine, los libros, videojuegos y la buena comida.
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