Aunque la leche ha sido promovida como un alimento saludable durante generaciones, la realidad es que nuevos estudios y experiencias clínicas plantean dudas sobre su consumo diario; ¿realmente es tan buena como pensamos?
Durante muchos años, el marketing de las marchas lecheras han promovido el consumo de la misma gracias a los presuntos beneficios que esta aportaría; sin embargo, esto no es real.
¿Tomar leche es bueno para la salud?
Desde la infancia, muchos crecimos con la idea de que un vaso de leche al día era esencial para tener huesos fuertes y buena salud.
Las campañas publicitarias lo reforzaron, a través de deportistas, celebridades y hasta médicos nos alentaban a consumirla.
Pero, en años recientes, esa imagen de alimento ideal ha comenzado a generar polémica.
Hoy, numerosos expertos en salud y nutrición advierten que el consumo diario de leche de vaca podría no ser tan beneficioso como creíamos. Lejos de proteger, podría estar contribuyendo silenciosamente a distintos problemas de salud.
Riesgos de consumir leche diariamente
- Problemas digestivos
Uno de los primeros efectos que muchas personas experimentan al tomar leche todos los días es la inflamación abdominal.
La razón detrás de esto, es más común es la intolerancia a la lactosa, un azúcar natural presente en la leche.
Aunque suele asociarse a poblaciones asiáticas o africanas, esta intolerancia afecta también a millones de latinoamericanos sin que lo sepan, o en ocasiones incluso esto se sabe, pero la adicción a la misma provoca que muchas personas no quieran dejar de consumirla.
Los síntomas pueden ir desde gases, hinchazón y diarrea, hasta fatiga crónica y niebla mental. En muchos casos, estos efectos se atribuyen a otros factores, y la leche pasa desapercibida como la verdadera culpable.
Problemas en la piel o respiratorios
Diversos estudios han vinculado el consumo frecuente de leche con brotes de acné, sobre todo en adolescentes y adultos jóvenes.

Las hormonas presentes en la leche, especialmente las de vacas tratadas con hormonas de crecimiento, podrían alterar los niveles hormonales humanos, promoviendo la aparición de granitos, puntos negros y espinillas.
Además, algunas personas reportan aumento de mucosidad, congestión nasal o sensación de “nariz tapada” luego de consumir productos lácteos.
Aunque no ocurre en todos los casos, sí parece haber una relación entre lácteos y aumento de secreciones respiratorias, algo especialmente incómodo para quienes sufren asma o alergias estacionales.
Cáncer
El consumo constante de productos lácteos puede contribuir a estados de inflamación crónica, sobre todo en personas con enfermedades autoinmunes o sensibilidad a la caseína, una proteína de la leche.
Esta inflamación no siempre se nota de inmediato, pero con el tiempo puede aumentar el riesgo de desarrollar enfermedades cardiovasculares, artritis, e incluso ciertos tipos de cáncer.

¿La leche realmente fortalece los huesos?
Uno de los argumentos más repetidos para justificar el consumo de leche es la salud ósea. Investigaciones recientes han señalado que los países con mayor consumo de leche tienen tasas más altas de fracturas de cadera en adultos mayores.

El calcio de la leche no se absorbe tan fácilmente como se pensaba, y que el exceso de proteínas animales puede incluso provocar una pérdida de calcio en los huesos, neutralizando cualquier posible beneficio.
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