
Sé que puede sonar amargado y cínico, y les juro que para nada es la intención, pero ¿en serio necesitamos los live-actions? He adorado a "La Bella y la Bestia" y, más recientemente, "Cómo entrenar a tu dragón", pero siento que estamos llegando al punto de no regreso si se siguen permitiendo y popularizando este tipo de películas.
Por supuesto, sabemos que cuando Hollywood decide revivir una película querida, no lo hace solo por amor al arte. La razón suele ser más fría: dinero, nostalgia y el poder de una marca reconocida.
Y eso está bien, siempre y cuando el resultado justifique su existencia. Ahora, con el regreso de Hipo y Chimuelo a cines, pese a que el filme esté hecho con mucho amor y gran calidad visual, me quedé con una pregunta incómoda: ¿realmente necesitábamos esta versión?
La sombra de "Cómo entrenar a tu dragón"
Cuando un remake llega solo 15 años después del original (y seis del final de la trilogía), es como si te sirvieran el mismo platillo, pero con un poco más de sal. Los cineastas saben que el público no ha olvidado la magia de la versión animada, así que la pregunta es: ¿qué aporta esta nueva adaptación?
Antes de ver "Cómo entrenar a tu dragón", hice un experimento: no revisé la película de 2010. Quería darle a la versión live-action la oportunidad de sorprenderme por sí sola. Y sí, la historia sigue siendo dulce, divertida y emocionante.
Si nunca has visto la original, probablemente saldrás del cine encantada. Pero si, como yo, te sabes los diálogos de memoria, te costará encontrar algo que justifique su existencia más allá de... bueno, el simple hecho de que existe.
La trama es calcada: Hipo (ahora Mason Thames), el chico flacucho e ingenioso, se hace amigo de un Furia Nocturna (Chimuelo, nuestro amor), desafía las tradiciones de su pueblo y descubre que los dragones no son los monstruos que todos creen.
Los personajes secundarios, Astrid, Patapez, los gemelos, están ahí, cumpliendo su función. Hasta Gerard Butler como Estoico parece haber salido de un cómic vikingo. Todo está bien hecho, pero ¿era necesario rehacerlo?

Lo que SÍ funciona en el live-action de "Cómo entrenar a tu dragón"
Aquí va lo bueno: los dragones son una maravilla. Los efectos visuales logran que Chimuelo y compañía se sientan tan reales como en nuestros sueños de infancia.
La textura de sus escamas, el brillo de sus ojos, incluso la forma en que interactúan con los humanos, especialmente esa conexión entre Hipo y Chimuelo, está tan bien lograda que casi justifica el remake. Casi.
Y sí, las escenas de vuelo son espectaculares. Sentir el viento, ver los paisajes de Berk con esa mezcla de realismo y fantasía... es como montar una montaña rusa emocional. Pero, de nuevo, ¿no era igual de emocionante en animación?

El problema del live-action de "Cómo entrenar a tu dragón"
Aquí está el meollo del asunto: el live-action no añade nada nuevo. No reinventa la historia, no profundiza en los personajes, no arriesga. Es como ver un cover de tu canción favorita: bien ejecutado, pero sin la chispa del original.
Me imagino un futuro donde ambas películas estén juntas en Netflix. ¿Cuál elegirías? La animación tiene ese estilo único, esa fluidez y creatividad que el live-action, por más logrado que esté, no puede replicar. Y aunque esta versión es entretenida, no llena ningún vacío que dejara la original.
¿Deberían seguir haciendo live-actions?
Si la respuesta es "porque sí", mejor no. Pero si un estudio realmente quiere reinventar una historia, como hizo "El rey león" (ya sé que no el mejor ejemplo) o "Duna", que al menos se arriesgue. "Cómo entrenar a tu dragón" es una buena película, pero no necesitábamos que nos la contaran dos veces.
¿Vale la pena verla? Sí, si quieres nostalgia en alta definición. ¿Supera al original? Ni en sueños.
¿A ti te gustó?

Coordinadora de Chic Magazine digital. Egresada de la Licenciatura en Comunicación de la FES Acatlán. Vivo de cine, los libros, videojuegos y la buena comida.
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