En entrevista, estas exitosas mujeres emprendedoras nos platican todo sobre Sorela, misma que redefine la joyería como un acto íntimo de expresión personal, en el que cada pieza es una extensión de la intención, la historia y el estilo propio.
Y es que no es únicamente una marca de joyería, es un manifiesto sobre identidad, intuición y pertenencia. Son piezas bañadas en oro, cristales que evocan energía y amuletos que hablan de viajes, memorias y protección, las cuales forman parte de una curaduría que privilegia lo auténtico sobre lo efímero.
¿Cómo nació este proyecto y qué las inspiró a emprender en el mundo de la joyería?
Sorela nació desde la inquietud de querer trabajar juntas; la joyería es algo que une a mis dos hijas y a mí. Estando en un viaje este verano, descubrimos muchas piezas que nos encantaron y vimos la oportunidad de poderlas ofrecer y compartir al mercado mexicano.
¿De qué materiales están hechas las piezas y qué criterios estéticos guían su curaduría?
Utilizamos metales reciclados cubiertos en baño de oro de 24k y plata, así como varios tipos de cristales y esmaltes. Nuestro criterio para escogerlas es que hayan sido creadas con intención, que tengan significado, con un diseño original y, hasta cierto punto, sustentables; la calidad es un imprescindible.
¿Cuál dirías que es la filosofía de Sorela?
Creemos que la joyería es un accesorio que refleja tu personalidad y puede ser una manera de expresarte. Seleccionamos cada pieza con el objetivo de ofrecer algo único, original, auténtico, con estilo y calidad.
Es por esto que las piezas que vendemos las tenemos en cantidades limitadas y variamos las colecciones para que haya siempre novedad. Celebramos mucho la individualidad y el poder expresar esa esencia única que tenemos como personas. Nos basamos en la creencia de que la atención cercana con el cliente es la mejor manera de poder conectar y conocer a la vez sus necesidades.
En un sector tan competitivo, ¿qué hace que encuentren su propio espacio y propósito?
Tienes razón en que este es un sector muy competitivo. Sin embargo, con este proyecto yo quisiera demostrarles a mis hijas que el universo es inmenso y que hay espacio para cada quien, es decir, hay un mercado para todos.
No sé si esta creencia nos vuelva únicas o no porque no pretendemos serlo, al contrario, quisiéramos ser parte del todo, sumar. Es verdad que la competencia te permite crecer, pero también la cooperación te permite avanzar. Y esto es lo que quisiera que ellas comprendieran, que más que ver competencia, vean cómo podemos colaborar.
¿Quiénes han moldeado esa mirada estética?
Yo te puedo decir que mis referentes son mis hijas porque cada una tiene su estilo, son muy distintas y trato de enseñarles a sentirse orgullosas de eso. A que tengan la valentía de elegir lo que a ellas les gustó y perder el miedo a tener que seguir tendencias simplemente porque ‘todo mundo lo usa’. Y esta es parte de la filosofía que quisiera transmitir: el simple hecho de que algo te gusta a ti es una razón muy válida para ponértelo.
Sorela se siente atemporal, pero moderna a la vez.
¿Cómo encuentran ese punto medio entre lo clásico y las tendencias actuales?
Sofía, una de mis hijas, tiene 14 años y me impresiona que es una compradora súper responsable. Cuando ella compra algo, primero piensa si lo necesita y si no es una microtrend o micro-tendencia. De ella aprendí este término porque está en contra de la moda rápida, de las tendencias que duran poco y que rápidamente se desechan. Con esto en mente, es como elegimos los productos, que sean piezas que siempre se sientan actuales y que trasciendan a través del tiempo.
¿Qué detalles invisibles, de inspiración, técnica o intención elevan una pieza y le otorgan ese valor emocional?
Para mí, lo especial está en los detalles. Estos vienen desde cómo fueron inspirados, las motivaciones detrás, su significado, el que haya una parte artesanal en su producción (en este caso es el diseño a mano) o si fue regalado por alguien porque pensó en ti. ¿Y sabes qué también eleva una pieza? Tu parte intuitiva que te conecta con ella. Hay cosas que decides comprar porque ‘te llama, te atrae’, ya que sientes una conexión con ella o también puede ser el hecho de que te haya costado mucho el conseguirla y eso te hace valorarla más.
Esto es un proyecto entre madre e hijas. ¿Cómo se vive esa dinámica creativa y emocional en el proceso de construir la marca?
Mi relación con ellas la puedo definir como cercana y justo con este proyecto lo estamos aprovechando para conectar y conocernos más. Hay situaciones que hemos vivido, que me han permitido descubrir características de ellas y de mí porque nos hemos expuesto a experiencias nuevas. Tenemos nuestras diferencias, sí, a veces no me aguantan (ni yo a ellas jajaja), pero es esa imperfección en la relación lo que la hace perfecta.
Hacia dónde visualizan la evolución de Sorela en los próximos cinco años?
En el futuro quisiéramos poder ofrecer en nuestro ‘menú’ no sólo joyería, sino también más objetos únicos o especiales de México y el mundo, haciendo una curaduría de marcas que nos vayan gustando o que vayamos descubriendo en viajes, que es donde consideramos que se nos amplía mucho la visión del mundo. Que sea un espacio en donde puedas ir a buscar piezas que no forman parte de ninguna serie, sino que tengan ese algo que las hacen auténticas y, a la vez, accesibles.
Como mujer emprendedora, ¿qué consejos darías a otras mujeres que desean iniciar su propio negocio?
Comparto lo que una amiga me dijo para animarme a emprender. Ella me motivó a no tener miedo al fracaso y darme espacio para disfrutar, tanto de los aciertos como de los errores, que es de donde viene el mayor aprendizaje. Que hiciera una propuesta escrita con números en la que la inversión no comprometiera económicamente a mi familia y que, si al ejecutarlo no funcionaba, me llevaría como ganancia la satisfacción de haberlo intentado y todas las lecciones que habría aprendido en el proceso.
Al final de cuentas, pierdes más no intentándolo. A Michael Jordan se le reconoce como el mejor basquetbolista de todos los tiempos por convertir los fracasos en motivación para ser mejor. Pero su éxito estuvo detrás de todos los tiros que no metió, que fueron mayores a sus canastas porque su miedo no era a fallar, sino a no intentarlo.
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