El corazón no solo sirve de manera biológica, también responde al estado emocional. Así lo afirma el Dr. David Mischoulon, especialista en psiquiatría, quien en entrevista con Chic Magazine detalla la estrecha relación entre la depresión, el estrés y las enfermedades cardiovasculares.
Sus respuestas ofrecen una visión profunda sobre cómo la salud mental influye en la física y por qué tratar la depresión es también cuidar del corazón.
¿La depresión puede afectar al corazón?
El Dr. Mischoulon, doctor del Hospital General de Massachusetts, comienza explicando el vínculo bidireccional entre ambas condiciones:
“La depresión y las enfermedades cardíacas se influyen mutuamente en ambas direcciones. Las personas con depresión tienen un mayor riesgo de desarrollar problemas cardíacos, aproximadamente un 30% más alto según estudios de investigación. Y la depresión en personas con enfermedades cardíacas establecidas predice peores resultados y mayor mortalidad”.
Los mecanismos son múltiples; desde inflamación, desequilibrio del sistema nervioso autónomo, activación plaquetaria y estilos de vida poco saludables. A esto se suman los efectos psicológicos:
“Después de un infarto, las tasas de depresión pueden ser del 15 al 20% o incluso hasta del 40% si se incluyen formas más leves de depresión. Las tasas de depresión posterior a un derrame cerebral pueden rondar el 25 al 30% dentro del primer año”.
La depresión no es un factor aislado, está íntimamente conectada con el riesgo cardiovascular y afecta directamente la recuperación tras un evento cardíaco.
La relación del estrés y ansiedad con el sistema cardiovascular
Cuando se habla de salud del corazón, el estrés es un protagonista silencioso.
“El estrés y la ansiedad crónicos aumentan la actividad del eje hipotalámico-hipofisario-adrenal, con un aumento en la producción de hormonas como el cortisol”, señala el especialista.
Este proceso, conocido como eje del estrés, genera a largo plazo hipertensión, inflamación y alteraciones metabólicas.
“Con el tiempo, el resultado es una presión arterial crónicamente más alta, disfunción en las células que recubren venas y arterias, actividad inflamatoria y perfiles lipídicos y de glucosa en la sangre más desfavorables. Los estudios han demostrado que la ansiedad está asociada con el desarrollo de enfermedad coronaria”.
Así que sí, vivir en alerta constante daña el corazón de forma progresiva y silenciosa.

¿La depresión es más común en pacientes cardíacos?
El especialista confirma que la depresión es más común en quienes sufren enfermedades del corazón:
“La depresión es común en poblaciones con enfermedad cardíaca. Los estudios sugieren que el 20% de las personas con enfermedad cardiovascular cumplen con criterios de depresión, con tasas aún más altas en personas con insuficiencia cardíaca”.
Esto contrasta con los porcentajes de la población general, dejando claro que el corazón y la mente están estrechamente ligados.
Los pacientes cardíacos requieren atención especial en su salud mental, ya que la depresión puede agravar su pronóstico.

¿Las emociones negativas afectan al cuerpo?
A esta pregunta, el Dr. Mischoulon responde:
“Sí, definitivamente. Por ejemplo, los trastornos emocionales pueden precipitar el síndrome de Takotsubo, una miocardiopatía transitoria relacionada con el estrés que afecta la función del ventrículo izquierdo. También se le llama ‘síndrome del corazón roto’”.
Más allá de lo anecdótico, explica que la depresión y la ansiedad crónicas provocan:
“Cambios neurológicos, hormonales e inflamatorios que aceleran la aterosclerosis o endurecimiento de las arterias”.
Las emociones negativas no solo afectan el ánimo, sino que alteran la biología del corazón de manera tangible.
Terapias complementarias para curar la depresión
Omega 3
El especialista revisa el papel de alternativas cada vez más populares:
“Con respecto a los omega-3 para la regulación del estado de ánimo, los hallazgos de la investigación son mixtos. Las formulaciones compuestas principalmente por EPA muestran beneficios modestos en los síntomas, pero los ensayos de prevención a gran escala no han demostrado una protección definitiva”.
En cardiología, añade, las dosis altas de EPA pueden reducir eventos, aunque advierte:
“Los suplementos pueden aumentar el riesgo de fibrilación auricular en algunos usuarios, pero los hallazgos aquí también son mixtos”.

Acupuntura
Sobre la acupuntura, menciona:
“Las revisiones sistemáticas sugieren efectos antidepresivos a corto plazo con menos efectos secundarios cuando se usa sola o en combinación con antidepresivos, aunque la calidad y estandarización de los ensayos varían, y los resultados cardíacos no son claros”.
Por lo tanto, las terapias complementarias pueden ser útiles, pero nunca deben reemplazar la atención médica basada en evidencia.
Tratamientos naturales vs. tradicionales: ventajas y límites
El Dr. Mischoulon reconoce que los tratamientos naturales tienen puntos fuertes:
“Las ventajas incluyen menos efectos secundarios y más leves, mayor aceptación por parte del paciente y adecuación cultural en algunos casos, y posible sinergia con las terapias estándar”.
Pero también marca los límites:
“Las limitaciones incluyen evidencia más limitada de eficacia en estudios de investigación. Los estudios de terapias complementarias tienden a tener tamaños de efecto más pequeños y menos consistentes, calidad y dosificación variables de los productos y evidencia limitada de beneficio en resultados cardíacos específicos”.
¿Qué es mejor?
“Los antidepresivos aprobados por la FDA y las psicoterapias estructuradas tienen efectos más fuertes y predecibles sobre los síntomas depresivos, y muchos antidepresivos como los ISRS se consideran seguros en pacientes cardíacos”.
Es por ello que lo natural puede complementar, pero la medicina tradicional ofrece mayor eficacia y respaldo científico.
El doctor comparte un ejemplo claro:
“Considere este caso representativo: El Sr. B era un hombre de 57 años que sufrió un infarto y poco después desarrolló un episodio depresivo. Mientras estaba deprimido, era inconsistente en tomar sus medicamentos para el corazón y no podía seguir la nueva dieta que le había recomendado su cardiólogo”.
Al tratar su depresión, los resultados cambiaron:
“Cuando se diagnosticó su depresión, se le inició un antidepresivo. En pocas semanas su depresión mejoró y comenzó a ser más adherente a su régimen cardíaco. Sus hábitos alimenticios mejoraron y comenzó a caminar todos los días para estar más activo”.
La salud mental puede ser la llave para mejorar la adherencia al tratamiento y, con ello, los resultados cardíacos.

Resistencia a aceptar el vínculo mente-corazón
El estigma todavía es complicada de aceptar, pues, puede parecer increíble de creer.
“Sí. El estigma y el dualismo mente-cuerpo siguen siendo comunes, tanto en el público general como en entornos médicos”, reconoce el Dr. Mischoulon.
Pero la evidencia no deja lugar a dudas:
“Estudios de grandes poblaciones muestran que la mala salud mental se asocia con un mayor riesgo cardiovascular en general. Necesitamos mejorar nuestra comprensión de la interrelación entre mente y cuerpo como medio para una mejor salud”.
¿Cómo mejorar la salud mental ayuda al corazón?
El psiquiatra recalca la necesidad de integrar la mente en la prevención:
“La evaluación de la salud mental debe incorporarse a la atención preventiva de rutina, especialmente en poblaciones con alta carga local de enfermedades cardiovasculares, por ejemplo en México”.
Eso incluye evaluar sueño, dieta, alcohol, sustancias y actividad física.
“La mejora de los síntomas en relación con el estado de ánimo resulta en una mejor adherencia y reduce los perfiles de riesgo”.
Por lo tanto, la prevención es más efectiva cuando se atienden tanto los factores físicos como emocionales.

Estrategias para reducir el impacto del estrés
Entre las mejores herramientas, el Dr. Mischoulon menciona:
“Las principales estrategias incluyen: ejercicio aeróbico y de resistencia regular, psicoterapias estructuradas como la terapia cognitivo-conductual (TCC), intervenciones basadas en la atención plena (por ejemplo, meditación y yoga) y un fuerte apoyo social”.

Incluso en casos graves como la miocardiopatía por estrés, estas prácticas ayudan:
“La evidencia inicial sugiere que el ejercicio y la TCC mejoran la recuperación funcional, en parte a través de la reducción del estrés”.
Es importante destacar que la gestión del estrés es un pilar fundamental de la salud cardíaca.
El especialista apuesta por la atención coordinada:
“La atención colaborativa entre psiquiatras, cardiólogos, médicos de atención primaria y psicólogos mejora el manejo de la depresión en pacientes cardíacos, simplifica la seguridad de la medicación y promueve la adherencia al tratamiento”.
Los resultados en síntomas son claros:
“Los ensayos de modelos colaborativos y programas de depresión posinfarto muestran una mejoría en los síntomas psiquiátricos, aunque los efectos sobre los eventos cardíacos son inconsistentes”.
Aí que un enfoque multidisciplinario marca la diferencia en la calidad de vida de los pacientes.
El Dr. Mischoulon concluye con una afirmación que resume toda la entrevista:
“La depresión es una condición médica con cambios fisiológicos tangibles y medibles en el cerebro, el sistema hormonal, el sistema inmunológico y el sistema autónomo. Todos estos pueden influir en la condición del corazón y los vasos sanguíneos”.
Y añade:
“Tratar la depresión es por lo tanto parte de proteger la salud cardiovascular y reducir los riesgos asociados. Sobre todo, si cree que tiene depresión, debe hablar con un profesional de la salud que pueda recomendar el tratamiento apropiado”.
Reconocer a la depresión como una enfermedad médica real es el primer paso para salvar corazones y vidas.
¿Estás a tiempo de cuidar tu salud mental y cardiovascular?
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