Ser padre transforma por completo la manera de ver la vida. Más allá de los retos, acompañar el crecimiento de un hijo se convierte en una experiencia única. Para Eduardo Martínez, esta etapa ha significado construir un vínculo profundo e irrepetible con Lía, su mayor inspiración.
Eduardo, ser padre es uno de los títulos más especiales y enriquecedores que puede darte la vida. ¿Qué significa para ti ser el papá de Lía y en qué aspectos sientes que te ha fortalecido?
Principalmente, creo que me he hecho más responsable en la toma de decisiones. Las metas que me propongo le pongo el triple de esfuerzo para lograrlas, siempre me ha gustado el tratar de enseñar con el ejemplo sobre conocimientos, disciplina y valores.
Desde tu perspectiva, ¿cuál consideras que es el verdadero valor del vínculo entre un padre y su hijo?
Creo que hay varios hobbies que nos gustan a ambos, en los cuales disfrutamos mucho estar juntos, creo que en esta edad es en la que más se me acerca y pregunta cosas para aprender; inclusive cuando más amor con conciencia recibo de su parte y creo que es lo que más nos une ahora.
¿Hasta dónde te ha llevado esta faceta de papá y qué es lo que más disfrutas de vivirla?
Ser papá te transforma por completo. Antes de vivirlo, observaba a mis amigos esforzarse al máximo en cada aspecto por ser buenos padres y no lo entendía del todo. Hoy, que me toca a mí, comprendo que sí, hay momentos retadores, pero se vuelven livianos frente a la inocencia de tus hijos y al amor incondicional que te regalan. Por ellos, todo vale la pena.
¿Has descubierto alguna virtud, faceta o manera de ser que no conocías en ti hasta convertirte en papá?
Lía me ha enseñado que siempre hay algo que aprender de los demás, sin importar su edad. No sólo aprendemos de adultos o de nuestros iguales, también de los bebés. Es fascinante descubrir cómo perciben el mundo, con tanta pureza y curiosidad. Antes vivía con prisa, pero ahora me detengo más, aprendo a disfrutar cada momento a su lado, y eso es algo que valoro profundamente.
A nivel personal, ¿qué sientes al acompañar a Lía en cada una de sus etapas: su primer diente, las vacaciones o sus primeras palabras?
Salir de vacaciones con Lía ha sido una de las experiencias que más disfruto. Nunca entendí por qué los papás llevaban a sus hijos tan pequeños a Disney, hasta que lo viví. El año pasado fuimos en familia y, para prepararla, le pusimos videos de Mickey y Minnie durante tres semanas. Cuando llegó el momento y vio a Minnie en persona, gritó de emoción como nunca. Esa reacción, esa alegría pura, es un recuerdo que guardaré para siempre.
¿Qué enseñanzas de tu padre han cobrado un nuevo valor para ti ahora que tú también vives la paternidad? ¿Hay alguna en particular que hoy apliques con Lía?
Tenemos una rutina muy especial antes de llevarla al colegio, hacemos una pequeña oración y agradecemos a Dios por la salud, por estar juntos. Siempre le recuerdo la importancia de tratar a todos con respeto y de vivir con humildad. Lía nos sorprende todos los días con su inteligencia y la rapidez con la que aprende. Estoy seguro de que va a convertirse en una persona extraordinaria.
¿Qué representa para ti el concepto de dejar un legado y cómo imaginas el que estás construyendo ahora como papá?
Creo que en la vida siempre hay cosas buenas, malas y otras que simplemente se deben dejar ir. Trato de transmitir lo mejor de lo que he aprendido, tanto de mi familia como de mis amigos, con la esperanza de que esos valores y enseñanzas puedan perdurar, pasar a las futuras generaciones.
Para finalizar, ¿tienen alguna tradición familiar que hoy te emocione continuar junto a Lía o alguna nueva que hayas empezado con ella?
Justo comenzamos a poner vinilos de Navidad en casa, para que cuando llegue el gran día, Lía relacione esa música con la llegada de Santa. También tenemos la tradición de visitar restaurantes clásicos de la ciudad que siguen activos, lo que se ha convertido en una forma muy especial de convivir en familia.
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