Divertido, entregado y con un gran cariño demostrado, David se ha forjado como un padre especial, presente en cada etapa, cercano en los momentos importantes y ejemplo constante en el día a día.
Daniel, nos gustaría comenzar hablando sobre el amor incondicional. Tus hijos seguramente sienten el cariño que les das, pero ¿cómo les has enseñado, más allá de las palabras, lo que significa amar sin condiciones?
Para mí, el amor verdadero es aquel que no pone condiciones. Es estar presente, sin esperar nada a cambio, buscando siempre lo mejor para que tus hijos lo perciban, lo vivan y lo sientan en cada momento.
¿Cómo ha cambiado tu manera de ver el mundo desde que eres papá?
Ahora entiendo mucho mejor a mis papás. Fueron un gran ejemplo en la forma en que nos educaron a mis hermanos y a mí.
Tener cuatro hijos implica una enorme responsabilidad, pero también una satisfacción profunda. Disfruto plenamente ser papá, verlos crecer es una de las experiencias más genuinas y enriquecedoras que he vivido.
Entre tus hijos, ¿qué aspectos de ti reconoces reflejados en cada uno? ¿Hay gestos, formas de ser o pensamientos que sientes que heredaron de ti?
En realidad, son muchos los rasgos que veo en ellos, pero cada uno es distinto a su manera.
Desde su forma de expresarse, su sentido del humor o sus intereses, todos tienen una personalidad muy marcada. Lo que sí comparten es una gran creatividad y una energía increíble para lo deportivo.
¿Cuál crees que haya sido lo más desafiante de reinventarte en esta etapa?
Más que nada, trato de llevar una vida lo más equilibrada posible, y quienes me conocen bien podrían confirmarlo. Uno de los mayores desafíos, sin duda, es aprender a manejar el tiempo entre la familia, el trabajo, la vida social y todo lo que implica el día a día. Encontrar ese balance es un reto constante, pero también una prioridad para mí.
Quizás una pregunta profunda, pero al ser tan jóvenes, ¿cómo te gustaría que tus hijos te recordaran en el futuro?
Me encantaría que me recuerden como un papá presente, lleno de cariño, con estructura, pero también con mucho sentido del humor. Alguien con quien siempre pudieron contar y con quien también pudieron reír.
Los niños son alma pura que descubren el mundo a su manera. ¿Cuál ha sido la última lección que te dieron tus hijos sin querer?
Hace poco quedé profundamente impresionado al verlos tocar el violín en su festival de música. Practicaron durante horas, con una dedicación admirable.
Ese esfuerzo rindió frutos, al final, fueron seleccionados por sus maestros para participar en un concierto privado. Fue un momento de orgullo que me recordó cuánto valen la constancia y la pasión.
¿Qué haces diferente ahora que entiendes el poder del ejemplo?
Estoy convencido de que los hijos son como esponjas, ya que absorben lo bueno, pero también lo que no lo es tanto. Por eso, como padre, creo firmemente que el ejemplo es la base de todo.
Más que las palabras, son nuestras acciones las que realmente dejan huella. En lo personal, soy alguien estructurado y disciplinado, valores que procuro transmitirles día a día con coherencia y constancia.

Por último, ¿recuerdas algún momento que te haya hecho sentirte tan orgulloso de ser papá?
Me encanta ver cómo, en el día a día, cada uno se desarrolla y alcanza logros por sí mismo, ya sea en los distintos deportes que practican o en sus hobbies. Verlos crecer con autonomía y pasión es algo que disfruto profundamente.
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