Si vieron "La caída de la casa Usher", seguro ya conocen el increíble trabajo de Mike Flanagan. Sin embargo, ahora decidió hacer una película completamente diferente a lo que nos tenía acostumbrados con la adaptación de un relato de Stephen King, "La vida de Chuck".
Con un elenco encabezado por Tom Hiddleston en el papel de Chuck Krantz y acompañado por estrellas como Chiwetel Ejiofor, Karen Gillan, Matthew Lillard, Mark Hamill y Nick Offerman, la película está construida en tres actos que, al principio, parecen no tener nada que ver entre sí. Pero todo encaja de manera magistral en un final que confunde a muchos.
¿Qué pasó en el final de "La vida de Chuck"?
El desenlace no ocurre en el apocalipsis ni en un hospital, sino en la adolescencia de Chuck (Tom Hiddleston). Tras la muerte de su abuelo Albie (Mark Hamill), el joven se atreve a entrar en la cúpula prohibida de la casa familiar, un lugar cargado de misterio. Allí tiene una visión perturbadora: se ve a sí mismo en el futuro, agonizando en un hospital.
En vez de obsesionarse con esa imagen, Chuck toma una decisión clave: vivir sin miedo al final. Aprende la lección que su abuelo le dejó antes de morir, esa idea de que lo más doloroso no es la muerte en sí, sino la anticipación de perder a alguien. Así, el chico decide soltar el peso de lo que vio y enfocarse en lo maravilloso que puede ser el trayecto.
¿Por qué "La vida de Chuck" empieza con el final?
La estructura de la película puede desconcertar a primera vista: comienza con el apocalipsis y termina en la adolescencia de Chuck. Sin embargo, este orden invertido es esencial para la experiencia. El “acto tres” abre con misterio y desconexión, y a medida que retrocedemos en el tiempo, todo cobra un nuevo sentido.
Además, narrar la historia al revés evita que la película concluya con la muerte del protagonista. Porque, como sugiere el propio título, no se trata de su final, sino de su vida. Con este enfoque, la audiencia recibe la misma lección que Chuck: la muerte no es lo que define nuestra existencia, sino lo que hacemos mientras tanto.

¿El acto 3 de "La vida de Chuck" es real?
La parte apocalíptica, con carteles luminosos que celebran los 39 años de Chuck, no es literalmente real. Es una representación del universo interior que él mismo construyó a lo largo de su vida. Tal como le explica su maestra, la señorita Richards (Kate Siegel), cada persona contiene multitudes, y dentro de su mente habitan mundos completos.
Cuando el mundo “se acaba” en ese acto inicial, lo que en realidad se destruye es la versión subjetiva del universo que Chuck creó con recuerdos, personas y lugares. Solo hay un momento “real”: cuando su esposa y su hijo lo visitan en el hospital antes de morir. Todo lo demás es una metáfora visual del final de su conciencia.
El significado del final de "La vida de Chuck"
La cúpula de la casa funciona como un símbolo poderoso. Representa ese conocimiento secreto de la muerte que, si lo dejamos crecer, puede impedirnos disfrutar de la vida. Chuck decide guardarlo en su interior, cerrando esa “habitación” mental y apostando por vivir el presente.
La película pone énfasis en la interconexión humana: desde el baile que Chuck hereda de su abuela hasta cómo logra inspirar a desconocidos con su alegría. También subraya la belleza de lo cotidiano, incluso en profesiones aparentemente simples como la contabilidad, que su abuelo defendía con orgullo.
Al final, "La vida de Chuck" nos recuerda que lo importante no es cuándo termina la historia, sino cómo se vive cada capítulo. Una reflexión que, al mejor estilo de Stephen King y Mike Flanagan, mezcla lo sobrenatural con lo profundamente humano.
¿La verás?
Tags relacionados

Coordinadora de Chic Magazine digital. Egresada de la Licenciatura en Comunicación de la FES Acatlán. Vivo de cine, los libros, videojuegos y la buena comida.
Queda prohibida la reproducción total o parcial del contenido de esta página, mismo que es propiedad de MILENIO DIARIO, S.A. DE C.V.; su reproducción no autorizada constituye una infracción y un delito de conformidad con las leyes aplicables.