Para Olga Tulik, la etiqueta nunca fue un descubrimiento tardío, sino un lenguaje familiar. “Crecí en un hogar donde los buenos modales eran parte del día a día”, recuerda. Su formación comenzó en casa con la figura más determinante de su vida: su abuela. “Ella me enseñó que la etiqueta no es solo seguir reglas, sino un complejo de normas culturales y valores que reflejan respeto”. Esa enseñanza, dice, moldeó su vocación desde la infancia.
Formada en protocolo en Moscú y Europa, Olga ha dedicado su carrera a traducir ese rigor clásico a un público contemporáneo con ayuda de las redes sociales. Y aunque algunos piensan que hablar de etiqueta es hablar de un mundo anticuado, ella lo rebate con precisión: “El protocolo siempre ha existido, existe y existirá”. Lo define como una herramienta universal de convivencia.
Incluso señala que el interés por estos temas está más vivo que nunca, “La cantidad de seguidores que ha ganado la cuenta fancy_sasha_ en un año demuestra claramente el alto interés del público por el protocolo y los buenos modales”.
En la temporada decembrina, su visión es concreta y funcional. Para los anfitriones, dice, el éxito de un evento no se improvisa, todo parte de una gran atención a los pequeños detalles como el menú, la decoración y la disposición de los invitados.
También puntualiza algo que a menudo se olvida y que considera esencial: “El anfitrión debe recibir personalmente a cada invitado y dedicarles tiempo. Como si fuera la primera vez que lo ven en el año”. Y, sobre todo, cuidar el clima emocional del espacio: “Debe mantener un ambiente cómodo, evitando temas conflictivos o polémicos”.
Del otro lado, el invitado también tiene deberes ineludibles. “Llegar dentro de los 30 minutos posteriores a la hora indicada en la invitación es básico”, afirma con claridad. El respeto al código de vestimenta y un detalle para el anfitrión, “una botella de vino o champaña es un regalo excelente”.
¿Cómo maneja Olga una conversación incomoda en estas fechas? Ella tiene casi un mantra especial: “Solo con cortesía y una sonrisa. Nada puede picar más fuerte que una cortesía subrayada.” Si la tensión persiste, recomienda evitar involucrarse y cambiar de interlocutor con naturalidad.
Entre sus tradiciones personales para cerrar el año destaca una práctica profundamente cultural para ella: la banya rusa. “Es un ritual: te purificas, te quitas lo viejo y recibes el Año Nuevo con pensamientos frescos”, explica. Después viene lo verdaderamente importante: “Para mí es importante estar en familia, hacer un balance del año y compartir los sueños para el que viene”.
Su lectura del futuro de la etiqueta es matizada pero firme. “Las reglas existen para romperse, pero para romperlas primero hay que conocerlas”, afirma. Para 2026 visualiza un equilibrio entre lo clásico y lo auténtico: “Creo que el protocolo clásico con un toque de autenticidad es justo lo que se necesita. La gente ha empezado a escucharse más a sí misma”.
Porque al final, dice, la buena educación tiene una función esencial: hacer la convivencia más amable. Y en tiempos donde la velocidad y el caos del mundo domina, Tulik apuesta por la cortesía como una herramienta sencilla pero poderosa para vivir en un entorno más armónico.
Tags relacionados
Queda prohibida la reproducción total o parcial del contenido de esta página, mismo que es propiedad de MILENIO DIARIO, S.A. DE C.V.; su reproducción no autorizada constituye una infracción y un delito de conformidad con las leyes aplicables.
