Brenda Luna, Shelssea Arroyo y Edgar Sáenz han conformado una mancuerna que convierte sueños en experiencias.
Su trabajo se extiende desde la Comarca Lagunera, hacia Parras, Saltillo, hasta destinos de playa y locaciones exclusivas en Estados Unidos, creando celebraciones personalizadas, elegantes y con sello propio.
Brenda Luna

Brenda Luna creció en una familia dedicada a las Artes Gráficas, rodeada de papeles, tintas, texturas y diseños que poco a poco encendieron en ella una sensibilidad especial por el detalle. Empezó diseñando invitaciones sociales y vio que cada tarjeta que salía del taller era parte de una historia de amor. Poco a poco, surgió en ella el deseo de construir momentos completos, ambientes, experiencias que vivieran los cinco sentidos y así nació su carrera como decoradora de eventos.
“No fue una idea repentina, sino una evolución natural de todo lo que había estado gestándose a lo largo de mi vida”, agrega.
Para Brenda, el diseño empieza en una conversación íntima con los novios, para conocer detalles de su noviazgo, de su estilo personal y cómo se imaginan ese día especial. Ese primer acercamiento se convierte en la base de todo, desde la paleta de colores, la ambientación floral, el mobiliario e, incluso, la iluminación: “Mi objetivo es claro, lograr que cada pareja se vea reflejada en su evento, no sólo visualmente, sino emocionalmente. Por eso, necesito saber mucho más que gustos estéticos”, recalca.
Con más de una década de experiencia, Brenda ha visto evolucionar las modas en decoración de bodas, pero también ha aprendido a identificar aquellas tendencias que realmente conectan con las emociones de los novios. Entre los estilos más solicitados hoy en día destacan:
Drapeado dramático: techos etéreos y envolventes con telas fluidas que crean atmósferas románticas y sofisticadas.
Personalización absoluta: cada detalle es diseñado exclusivamente para los novios, desde la señalética hasta los rincones temáticos.
Romántico moderno: protagonizado por flores en abundancia, velas flotantes y tonos suaves con acentos elegantes.
“También hay una fuerte tendencia hacia bodas más íntimas, donde cada rincón tiene intención y cada elemento cuenta una historia”, señala.
El trabajo de una decoradora va mucho más allá de lo visual: también hay que enfrentar desafíos técnicos, de espacio, de clima o de presupuesto. Este tipo de situaciones revelan una de sus fortalezas, la capacidad de adaptarse sin perder la esencia del evento.
Brenda recuerda con cariño uno de sus proyectos más desafiantes: una boda al aire libre en un espacio con clima muy cambiante: “pero el reto es que cada evento se convierta en arte, así que tuvimos que diseñar una decoración completamente adaptable. Fue un reto de logística, pero también de diseño. El resultado fue una atmósfera cálida, romántica y funcional, incluso bajo amenaza de tormenta”.
Uno de los aspectos más valorados del trabajo de la decoradora es su habilidad para equilibrar la visión de los novios con las posibilidades reales del espacio o presupuesto, donde afirma que escuchar es la clave.
“No hay decoración completa sin una armonía perfecta entre color, textura e iluminación. Los colores transmiten emociones: desde la energía del rojo hasta la tranquilidad del azul. Las texturas aportan profundidad y riqueza visual: terciopelos, metales, cristales, maderas, cada material dice algo diferente y son tendencias para finales del 25 y todo el 26”, indica.
Entre sus elementos favoritos están los candiles modernos y clásicos, combinados con iluminación cálida, y arte floral estructurado que destaca la arquitectura del lugar o enfatiza zonas clave del evento.
Brenda no trabaja sola, colabora con planners, floristas, iluminadores, entre otros proveedores, lo cual forma parte de su día a día. Afirma que la comunicación constante con todos ellos es esencial: “Desde el primer momento comparto ideas y cronogramas con el planeador, asegurándome de que cada detalle decorativo fluya en armonía con el programa del evento”.
En cuanto a qué es lo que impacta en un evento, destaca que los detalles personalizados, como las servilletas bordadas con las iniciales de los novios, rincones temáticos con fotos, recuerdos especiales, mensajes o incluso aromas: “Esos son esos pequeños detalles que hacen que los invitados digan: ‘Esto es muy de ellos", dice con una sonrisa.
Aunque el mundo de las bodas ocupa gran parte de su tiempo, Brenda también diseña y decora eventos empresariales, celebraciones privadas y experiencias temáticas, siempre con el mismo nivel de cuidado y creatividad. Brenda Luna no sólo decora eventos, construye atmósferas, emociones y recuerdos duraderos.
Shelssea Arroyo

Shelssea Arroyo Luna estudió la carrera de Diseño Gráfico y encontró su camino dentro del mundo de los eventos con una habilidad natural para unir estética y funcionalidad. Junto a su madre, Brenda Luna, inició su participación en este ámbito a través del diseño de invitaciones, un rubro donde su formación profesional y su amor por el detalle se complementaron a la perfección.
Con el paso del tiempo, y al involucrarse más profundamente en el negocio familiar, fue tomando la responsabilidad completa del área de producción, administración y logística de los eventos.
Ella entiende que cada pareja tiene sueños distintos y presupuestos variados, por lo que su enfoque es siempre personalizado y realista. Así que presenta con transparencia qué se puede lograr con cada rango, priorizando siempre lo más importante para los clientes, sin sacrificar el estilo.
Shelssea se encarga también de coordinación con proveedores, asegurando que todo esté en tiempo y forma. Desde flores, decoración, mobiliario e iluminación, hasta las experiencias más pequeñas, pero significativas: “Mi rol como organizadora no sólo es ejecutar un plan, sino anticiparme a los detalles, prever contratiempos y resolver con eficiencia”, comenta.
Al hablar de los rubros que suelen llevar la mayor parte del presupuesto, Shelssea dice: “En las bodas, lo más importante suele ser el banquete, la decoración floral, el mobiliario, la música y la iluminación. Pero cuando el evento es más íntimo, la inversión se va más hacia la ambientación, la experiencia de los invitados y los detalles personalizados, que hacen sentir especial a cada asistente”.
Afirma que la planeación financiera estratégica es uno de los aspectos más valorados por sus clientes, ya que es la manera en que se estructura el presupuesto.
“Es fundamental tener una buena planeación . Los anticipos se dan para reservar fechas y los pagos deben liquidarse días antes del evento. Nosotros nos encargamos de guiar a los novios en todo ese proceso”, comenta.
Parte del éxito de este equipo se debe a que han logrado construir una red de proveedores confiables, con quienes trabajan de manera continua y colaborativa. Ya que evalúan a cada proveedor más allá del precio, considerando su presentación, flexibilidad, calidad y puntualidad: “Con tantos años de experiencia, ya sabemos con quién se puede contar y eso da mucha tranquilidad a nuestros clientes”, refiere.
Gracias a esta estructura de trabajo, Shelssea puede lograr experiencias personalizadas con un enfoque estratégico, sin perder la esencia estética que aprendió de su madre y que ha sabido perfeccionar con su toque moderno y fresco.
Edgar Sáenz

Edgar Sáenz es un wedding planner que ha sabido transformar su pasión por la organización y los detalles en una carrera vibrante y significativa. Comenzó ayudando a una amiga con su boda, ahí descubrió que uno de sus fuertes es la organización y disfrutar profundamente cada paso del proceso, desde escuchar las ideas hasta verlas cobrar vida.
Con una Licenciatura en Mercadotecnia, como base académica y un instinto natural para el diseño, la planeación y el trato humano, Edgar decidió convertir su habilidad en una carrera profesional en 2019. Desde entonces, no ha parado de crecer.
“Mis primeros eventos fueron pequeños, íntimos, pero llenos de aprendizaje. Entendí desde el inicio que no se trataba sólo de planear bodas, sino de crear momentos que la gente recordara toda la vida. Con cada evento, fui refinando mi estilo y ampliando mi red de colaboradores”, comparte.
Para el planner su compromiso va más allá del evento en sí, ya que busca construir una experiencia que reduzca el estrés y potencie la ilusión. Por eso, cada boda que organiza es única, personalizada y profundamente emotiva: “Mi objetivo es que cada novia se sienta escuchada, apoyada y emocionada durante todo el proceso”, afirma.
Su meta profesional es: “Crear bodas únicas y memorables que reflejen la esencia de cada pareja. Que los novios vean en mí un aliado confiable que convierta su gran día en algo mágico”.
Las tendencias:
Incorporar sostenibilidad y decoración ecológica.
Invitaciones digitales, drones y experiencias interactivas.
Gastronomía creativa y adaptada a preferencias especiales.
Moda nupcial innovadora y versátil.
Mapas personalizados, actividades inmersivas y rincones temáticos.
Todo ello, siempre con una base de personalización, sostenibilidad y tecnología, pilares de las bodas que él domina con naturalidad.
Actualmente, el planner ha dado un paso importante en su carrera al hacer una mancuerna creativa y poderosa con Brenda Luna y Shelssea Arroyo: “Estoy muy emocionado de formar este equipo con ellas, ya que cada una aporta un talento único. Más allá de sus habilidades, lo que más valoro es su pasión y compromiso por crear experiencias inolvidables. Formar este equipo representa para mí una nueva etapa llena de retos, aprendizajes y, sobre todo, muchas historias que contar”.
Finalmente, Edgar señala que la combinación de decoración artística, logística impecable y planeación estratégica abre la puerta a eventos aún más espectaculares, personalizados y memorables.
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