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Voluntad de poder: El estilo como celebración de la vida

Más que ropa, el estilo es una declaración de vida. De Nietzsche a Pharrell, de la irreverencia de Rodman a la autenticidad de Josa, un recorrido sobre cómo la moda puede ser rebeldía, memoria y celebración.

Voluntad de poder: el estilo como celebración de la vida
Voluntad de poder: el estilo como celebración de la vida
Santiago Daniel Benítez

Aunque no lo parezca, su servidor posee un lado filosófico. Friedrich Nietzsche, ese profeta de la superación, definió la “voluntad de poder” no como un capricho metafísico, sino como la fuerza inmanente que nos impulsa a crear, expandirnos y luchar por una versión superior de lo que somos. Es el motor de la expresión vital, la chispa que transfigura lo cotidiano en algo eterno.

Abonemos con un sabio moderno: Pharrell Williams, el eterno innovador, lo dijo claro: la ropa no debe ser una máscara, sino una extensión de tu personalidad. ¿A qué viene esta lección de filosofía callejera? Hace unos días, me colé en una pasarela lejos del glamour impostado de la Semana de la Moda. Esto era crudo, real, humano: aquí, la moda se convertía en voluntad de poder pura.

Lo que me dejó boquiabierto fue TEODIO, un colectivo cuyo nombre evoca lo opuesto a su esencia. En vez de alimentar el odio colectivo (ese veneno que nos carcome al dragar la alarma del trabajo o al lidiar con el caos diario), lo transforman en arte. A través de la ropa, canalizan esa rabia en expresión: prendas que gritan rebeldía, que convierten el fastidio en forma.

Me puse a reflexionar: ¿dónde diablos se encuentra el verdadero estilo? No en los aparadores relucientes de Zara, ni en las pasarelas de élite, ni en esos falsos profetas de la moda que dictan tendencias desde torres de marfil. El estilo es personal, tuyo, humano. Es ese impulso que te hace ponerte un sombrero ridículo y una camisa vaquera para perderte en un rave de techno, celebrando la creación como acto de transfiguración de la realidad.

Porque, seamos honestos, el estilo no se compra: se tiene o no se tiene. Y cuando se tiene, ilumina como un faro

Dos figuras me vienen a la mente, una ídolo global y otra íntima, para ilustrar esta verdad. Primero, Dennis Rodman, el "chico malo" del basket, mi héroe personal. Mientras sus compañeros desfilaban en trajes genéricos, él irrumpía con cabello teñido en estampados salvajes, uñas pintadas, piercings y un aura de caos controlado. Llegaba a los partidos con pantalones de cuero, blusas femeninas y un sombrero de copa de peluche.

¿Era un truco para robar flashes? No. Era Rodman en estado puro: disruptivo en la cancha y fuera de ella, transmitiendo una personalidad que no pedía permiso. Eso lo elevó a ícono de culto, no por sus rebotes legendarios, sino por encarnar sin filtros quién quería ser. Dennis Rodman, sin más.

La otra es Josabed Soto, o "Josa", como yo siempre la llamé. Hace poco más de seis meses, el lupus (esa enfermedad jodida y traicionera) se la llevó. Pero hasta el final, Josa daba cátedra de estilo. Cinco días antes de partir, la vi luciendo unos Jordan 1 Chicago (una pieza de culto para los entendidos), con el cuerpo rayado por su creatividad inagotable, cada tatuaje un capítulo de su historia grabado en la piel.

Le bromeé que traía "las patas como Cuauhtémoc" por tremenda grasita que lucía con esos Jordans, pero ella, optimista como siempre, combinaba pants con un bucket hat en lo que llamaba su "combinado": un conjunto deportivo irreverente, loco, suyo. No le importaba el qué dirán; para ella, el estilo era un himno a la vida. Un día más respirando, un look más para desafiar al destino.

Fui testigo de esa fuerza vital, de esa personalidad que no se doblegaba, y me siento afortunado por haberla visto brillar. Al final, como Nietzsche lo intuyó, el estilo es eso: voluntad de poder. Una expresión de vida que nos empuja a transfigurar lo ordinario en extraordinario. 

Vestirnos no es cubrirnos, sino afirmarnos. Así como Rodman con su pelo de animal print o Josa con su combinado desafiante, debemos arriesgarnos, celebrar que estamos vivos un día más. En un mundo que nos empuja a la uniformidad, elige ser tú: crea, expande, supera. Porque la verdadera moda no está en las vitrinas; está en el espejo, gritando tu nombre.

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