En el mundo de los negocios, no todos los liderazgos se construyen en salas de juntas ni se miden por balances financieros. Algunos nacen en medio de la adversidad, cuando la vida empuja a reinventarse para sobrevivir. Ese fue el caso de Conny Kong, fundadora de Cristo es la Vida Eterna S.C. y creadora del programa de Protección Familiar Chriset, quien en 2004, siendo madre soltera y sin un empleo estable, decidió transformar su vida y la de miles de familias a través de un servicio que va más allá del negocio funerario.
Conny no se reconoce a sí misma como líder en el sentido convencional. Para ella, la clave está en enfocarse en hacer lo correcto, en cumplir con lo que a cada uno le corresponde y permitir que el ejemplo motive a otros. “Parte del liderazgo —afirma— es no asumirse como uno, pero actuar como tal”. Lo verdaderamente poderoso, dice, es descubrir que has influido en la vida de alguien, que tu historia ha sido una inspiración.
Esa inspiración, sin embargo, no se construyó en tiempos fáciles. En 2004, atravesaba un momento de violencia intrafamiliar que puso a prueba su fe y su fortaleza. Más que un negocio, Chriset es una red de cuidado y prevención. La empresa cuenta con más de un siglo de experiencia acumulada en el ramo funerario —Conny es la cuarta generación en su familia dedicada a este sector—, pero su propuesta va más allá de la cobertura inmediata. Cada inscripción es, en palabras de su fundadora, “una inversión para un certificado que en algún momento se va a utilizar”. Su objetivo es ofrecer protección a toda la familia, sin importar en qué parte de México se encuentren, y trabajar con funerarias de prestigio que garanticen calidad y dignidad en el servicio.
Emprender mientras se cría a dos hijos no fue una tarea sencilla. Conny recuerda que en los inicios se enfrentó al miedo constante, pero también a la certeza de que “el no ya lo tienes”. Aprendió que todos, de alguna forma, estamos siempre vendiendo algo: una idea, un proyecto, una recomendación. En su caso, la venta no es sólo de un servicio, sino de la tranquilidad de saber que, cuando llegue el momento inevitable, la familia no tendrá que lidiar con trámites ni gastos inesperados.
La fe ha sido un pilar central en su trayectoria. “Mis hijos eran los motores de mi vida, pero mi fuerza venía de Dios”, confiesa. Esa convicción le permitió no sólo mantener el rumbo en momentos de incertidumbre, sino también innovar. Hoy, Chriset integra herramientas de inteligencia artificial para ofrecer acompañamiento inmediato a sus usuarios, un coach virtual que responde dudas y guía a las familias en cualquier situación.
Parte de su labor ha sido educar y concientizar sobre la importancia de planificar. Muchas personas, reconoce, posponen la decisión de inscribirse a un programa de protección familiar, hasta que una emergencia las obliga a enfrentar el problema en medio del dolor. Chriset busca cambiar esa mentalidad, y lo hace con una estrategia que combina presencia digital —videos, redes sociales, capacitaciones en línea— con un trato humano cercano.
Además, su modelo incluye una oportunidad de ingresos: cualquier persona puede recomendar el servicio y recibir una compensación por cada nuevo inscrito. Eso sí, Conny es clara en que no cualquiera puede formar parte de su equipo de ventas. Se busca a "personas valientes, con metas claras, dispuestas a esforzarse y no sólo a hablar de sus sueños". La selección es cuidadosa para garantizar que quienes representen la marca lo hagan con compromiso y honestidad.
La cobertura del programa se extiende a nivel nacional y también ofrece repatriaciones para quienes viven fuera del país. No es raro que familias en Estados Unidos inscriban a sus seres queridos en México, reconociendo el valor de un servicio que no sólo resuelve una necesidad práctica, sino que brinda acompañamiento emocional.
Para Conny, el propósito de su empresa es claro: proteger a millones de familias en México y, eventualmente, alcanzar el plano internacional. Su visión no es únicamente empresarial; es también un llamado a la esperanza y la fe. “Todos nos vamos a ir de esta vida, pero tenemos un Dios que no nos deja”. Su historia es también la de una mujer que aprendió a equilibrar maternidad y emprendimiento, que convirtió la adversidad en impulso y que, con perseverancia, ha construido una comunidad que trasciende el concepto de cliente para convertirse en una red de apoyo.
Para cerrar, Conny Kong reafirma que liderar no es imponerse, sino servir; que un negocio puede ser rentable y, al mismo tiempo, profundamente humano; y que las pruebas más duras pueden ser el terreno fértil para sembrar los proyectos más sólidos. Desde Toluca hasta cualquier rincón del país, Chriset sigue creciendo, respaldada por la visión de su fundadora: una mujer que cree que el legado más importante que se puede dejar es el de cuidar a quienes amamos, incluso cuando ya no estemos.
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