Luego de tener un estreno reducido en cines de México, "Frankenstein" finalmente llegó a Netflix y, con ello, la oportunidad de que todo el mundo viera la película con la que soñaba desde pequeño Guillermo del Toro.
Este filme no solo es una reinterpretación emocional sobre la creación, la paternidad y la culpa, sino que también es una obra maestra de cinematografía que combina esplendor gótico con la sensibilidad que caracteriza al cine del director mexicano. ¿Acaso ya llegaste al final?
¿Qué pasa con Victor Frankenstein?
Victor Frankenstein crece en una familia marcada por la violencia. Su padre, Leopold (Charles Dance), es un cirujano brillante, pero cruel que lo somete a abusos físicos y emocionales, mientras su madre, Claire (Mia Goth), representa la ternura que perderá demasiado pronto.
Su muerte se convierte en el origen del trauma que lo impulsa a desafiar a la muerte misma. Desde entonces, Victor dedica su vida a la ciencia, obsesionado con recrear la vida y así corregir lo que su padre no pudo salvar.
Ya adulto, Victor experimenta con cadáveres y electricidad hasta lograr reanimar un cuerpo. Pero su mayor logro se convierte en su peor condena. Lo que crea no es una máquina ni un milagro, sino un ser vivo con conciencia y emociones: la Criatura.
Aterrorizado por su propia creación, Victor la encierra y la rechaza, repitiendo el ciclo de crueldad que sufrió en su infancia.
Oscar Isaac interpreta a Victor con una mezcla de arrogancia y vulnerabilidad. Su Frankenstein no es un villano en el sentido clásico, sino un hombre quebrado por la ambición y el duelo. Como dice del Toro, “es la historia de un hijo que, al intentar ser mejor que su padre, termina convirtiéndose en él”.
¿Qué pasa con la Criatura?
Jacob Elordi ofrece una versión sorprendentemente delicada del monstruo. No es el ser torpe y violento de otras adaptaciones, sino una figura trágica, sensible e inocente.
Rechazado por su creador, huye al bosque, donde intenta comprender el mundo observando a una familia campesina. Aprende a leer, a hablar y, sobre todo, a sentir. Pero cuando lo confunden con una amenaza, la violencia vuelve a perseguirlo.
En su soledad, la Criatura busca a Victor no para vengarse, sino para pedirle compañía, un igual con quien no sentirse solo. “Podemos ser monstruos juntos”, le dice con una ternura que duele.
Sin embargo, su creador se niega, y esa negativa desencadena una cadena de tragedias que culmina con la muerte de Elizabeth (también interpretada por Mia Goth), el único ser que mostró compasión hacia ambos.
Del Toro muestra al monstruo como un espejo de la humanidad: vulnerable, incomprendido y, al mismo tiempo, capaz de amor y perdón. Al final, es él quien encuentra la paz que Victor nunca tuvo.
Final explicado de Frankenstein
En el acto final, Victor y la Criatura se reencuentran en el Ártico, donde todo comenzó. Victor está moribundo y finalmente reconoce su error: no supo amar lo que creó. En un momento de redención, le pide a la Criatura que diga su nombre una última vez. “Victor”, susurra el ser, y su creador muere en paz.
Lejos de buscar venganza, la Criatura elige el perdón. Libera al barco atrapado en el hielo y se marcha hacia el horizonte, dispuesto a vivir, no solo a sobrevivir. Es un cierre profundamente humano: el monstruo, rechazado por todos, termina siendo el único capaz de amar sin condiciones.
Guillermo del Toro logra lo que parecía imposible: devolverle el corazón a una historia que durante siglos fue tratada solo como terror. Su Frankenstein no asusta; conmueve. Es una reflexión sobre la paternidad, la redención y lo que significa ser humano.
Al final, como dice el propio del Toro, “Frankenstein es aceptar la vida en ausencia de la muerte… y ser feliz por estar vivo”.
¿El final de "Frankenstein" es diferente al del libro de Mary Shelley?
En la novela de Mary Shelley (1818), el desenlace es sombrío y fatalista. Víctor Frankenstein muere extenuado en el barco atrapado en el Ártico antes de volver a encontrarse con su creación.
Tras su muerte, la Criatura llega al barco, se lamenta y decide acabar con su vida; sus últimas palabras son un juramento de morir en su propia pira funeraria: “Pero pronto –exclamó, con solemne y triste entusiasmo– moriré, y lo que ahora siento ya no durará mucho… Subiré triunfante a mi pira funeraria…”
En efecto, el monstruo abandona la nave bajo la nieve y se pierde "en la distancia y en la oscuridad". Este final encarna el tono original de Shelley: pesimismo gótico donde la creación y el creador jamás se reconcilian, y la soledad trágica queda sin remisión.
¿Ya la viste?
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Coordinadora de Chic Magazine digital. Egresada de la Licenciatura en Comunicación de la FES Acatlán. Vivo de cine, los libros, videojuegos y la buena comida.
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