Llegamos a la residencia de Ángel García para realizar el photoshoot con motivo de la celebración del Día del Padre, donde nos presentó a sus hijos Ángel, Mariel y Francisco.
Quienes, junto con su esposa Mireya, serían los protagonistas de nuestra edición especial dedicada a papá.
Nos dirigimos a su jardín, donde se han cocinado recuerdos familiares al calor de buenos asados y grandes historias. Los clics comenzaron y todos uniformados con filipina nos compartieron que la cocina es una herencia, ya que la pasión por la gastronomía ha pasado de generación en generación.
Ángel se luce con la sazón, Mariel domina el arte de la repostería, y Francisco, tiene manos rápidas y buen pulso para el cuchillo.
No hay manual, ni receta infalible para ser papá, pero desde el primer momento en que sostuvo a sus hijos en brazos, Ángel ha descubierto que la paternidad se cocina con paciencia, amor y sazón.
“Es una experiencia muy enriquecedora el tener a alguien que acabas de conocer y sabes que no hay nada que no harías por su bienestar y, aunque él o ella no han abierto los ojos, tú ya los amas con toda tu alma”.
Confiesa que el verlos crecer y formarse como personas de bien, siendo honestos, felices, de buenos sentimientos y con metas personales, es algo que se ha convertido en una experiencia enriquecedora como papá.
Para Ángel, disfrutar y aprender de la mano de su familia, convivir y conocer las “patoaventuras” de sus hijos son de las cosas que le han robado carcajadas y apapachos al corazón.
“Cuando cumplen sus metas, ya sea en escuela o deportes, cuando me abrazan y me dicen ‘te quiero papi’, son mis momentos favoritos”.
Comenta que hay mucho aprendizaje en la vida de un padre, ya que sus hijos también han sido sus mayores maestros y eso lo ha hecho comprender a sus papás.
“Aunque mis hijos definitivamente son mejor portados”, dice entre risas.
Ángel García ha descubierto que el tiempo es un factor importante en la vida como padre;
“Pasa volando y cuando menos te das cuenta es cuando tienes hijos, vez que de un día para otro ya no reaccionan como los niños que eran y se van haciendo mujercitas y hombres”.
El amor a la cocina es algo que se mantiene presente en su familia, recuerda que antes cocinaba solo en sus asadores y ahumadores y Mireya, su esposa, era la encargada de cocinar todo en casa. Pero poco a poco sus hijos fueron integrándose.
“Mi hijo mayor le agarró amor al arte del carbón y cuando queremos hacer algo, él es el encargado de todo, y lo hace muy bien”.
A sus hijos les gusta juntarse en torno al asador para compartir los sabores y la preparación de un buen asado. A Francisco y Ángel les gusta prender el carbón, mientras que Mariel y Mireya aportan el toque dulce con sus creaciones de repostería que ya son tradición en su hogar.
“Con su mamá preparan repostería y conmigo la cocina salada desde carnes de res, porcina, aves y todo tipo de mariscos, uno de los platillos que preparamos juntos es la paella”.
Sin lugar a duda, cada vez que cocinan se crean anécdotas muy divertidas, de las que destaca un evento cuando los tres aún eran niños y participaron siendo sus ayudantes.
Demostrando ser muy observadores y limpios para trabajar, él estaba a punto de llamarles la atención porque los vio platicando y parecía que no estaban pendientes.
“Resultó que estaban poniéndose de acuerdo para ver que tantas tostadas de piña le pondríamos al ceviche de callo de hacha, cosa que a mí se me había pasado”.
Normalmente, el Día del Padre lo celebran después, ya que sus hijos apoyan en el servicio de ‘El Porvenir’, pues las familias festejan a sus papás en el restaurante. Por lo que después deciden disfrutar en familia de un día de pesca.
Ángel menciona que el platillo perfecto para festejar este día especial es una paella en la que todos colaboran y aportan ideas para su creación y de postre un rico arroz con leche.
Nos comparte que el mundo de la gastronomía le ha traído muchas satisfacciones y alegrías, como también lo ha sido el ser padre.
“Es un orgullo ser papá y más de estos tres regalos con los que nos bendijo Dios, no hay momento en que no demos gracias por ellos, son la motivación de uno para ser mejores en todos los aspectos”.
A su vez, describe que ha sido un honor el ser nombrado embajador gastronómico de Tamaulipas y de México. Participando también en eventos en España, Holanda, Nueva York y hasta cocinar para el Vaticano.
“Nunca me imaginé que cocinando le daría la vuelta al mundo, recuerdo mucho de amigos-colegas que habían servido en el Vaticano y yo pensaba; ‘qué fregón ha de ser que te escojan a ti para servir la cena mexicana de Navidad en el Vaticano’, y tuve el honor de ser elegido”.
Reconoce que establecer el equilibrio entre su vida profesional y familiar es algo complicado, pero que gracias a la comprensión de su esposa e hijos y el apoyo de sus colaboradores ha conformado un gran equipo.
“Si no tienes la comprensión de tu familia y un gran equipo, sería prácticamente imposible”.
Para muestra un botón y es que cuando su hija Mariel llegó al mundo él se encontraba sirviendo en un evento muy grande y como el nacimiento de la pequeña no estaba programado para ese día, se fue a servir el banquete y de sorpresa a mitad del evento le llegaron las felicitaciones de que se había convertido en papá de una hermosa niña.
Como padre, destaca que la mejor manera en que sus hijos pueden ayudarlo es estudiando, obteniendo buenas calificaciones y siendo responsables de sus actos, demostrando que todos los esfuerzos que hacen tanto él como su esposa como padres rinden frutos en su formación y desarrollo.
Además, Ángel García nos compartió anécdotas como papá:
“En una de las ocasiones que fuimos a pescar a la mar (mar adentro) andábamos buscando atunes principalmente y llevábamos dos cañas para Marlín. Nos tocó una tormenta, a las 10 a.m. el cielo se puso gris obscuro y ellos se empezaron a poner nerviosos, yo estaba viendo en el radar que era solo una nube con agua, pero ellos no sabían eso y les dije; ‘ahora si se van a volver marineros, atrás de la tormenta vamos a encontrar los atunes’. Guiándome con el radar me fui por la parte más angosta de la tormenta, pero asegurándome que tuviera algo de lluvia para crearles más experiencia. Ellos en ningún momento dudaron de mí, al contrario, se emocionaron mucho y al pasar la tormenta estaba el sol en todo su esplendor y las 5 cañas que traíamos para los atunes, todas al mismo tiempo empezaron a ‘chillar’, está de más decirles que la emoción de esa pesca los termino de cautivar. Y al llegar a puerto empezamos a ‘limpiar’ atunes y a comer los filetes en sashimi algo que nunca les había tocado vivir, fue una gran experiencia y la pudimos video grabar para la posteridad”.
El chef nos comparte su anécdota como hijo:
"Tengo dos muy marcadas, una que me dejo una lección de vida y la otra muchas carcajadas hasta la fecha. Estaba muy pequeño, 7 años más menos y como todo hijo de esa edad yo quería ser como mi papá, él siempre ha sido mi héroe y entonces yo me metía al restaurante a ‘trabajar’ para estar con él y como era muy pequeño mi cabeza apenas pasaba la altura de las mesas, los meseros me dijeron que si tanto quería trabajar que les limpiara las mesas. Yo sintiéndome grandote porque tenía la responsabilidad de las mesas limpias sin dudarlo me aventé al ruedo y todos los comensales me vacilaban y se les hacía simpático que el güerito estuviera limpiando mesas, entonces me di cuenta a mi razonamiento y poca experiencia de vida que la gente dejaba dinero en la mesa y yo pensaba que, pues como yo no tenía sueldo ni me daban nada (cosa que nunca busque) y los meseros se les pagaba entonces el dinero en la mesa (las propinas) eran para el que limpiaba la mesa y pues me rayaba. Y en una ocasión uno de los meseros se fue a quejar con mi papá de que yo me estaba llevando todas las propinas a lo que mi papá le pareció gracioso y me fue a llamar la atención, me dijo; “a ver, me dicen que te estás llevando las propinas” a lo cual yo le dijo no, (pues no sabía que era propina) la gente me deja dinero en la mesa por limpiárselas. Entonces él se carcajeó y me hizo una oferta… ‘¿quieres trabajar?’, ‘¡claro!’, respondí emocionado. Me dijo: ‘el sábado te vienes a la 1 pm’, yo ese día no dormía de la emoción, por fin podría trabajar con mi papá sin que me sacara del restaurante”.
La comunicación es uno de los ejes que caracteriza a esta familia:
“Todos quisiéramos poder ir a todos los partidos y a todos esos eventos que son importantes para los niños y para uno también, sin embargo, muchas veces las responsabilidades no te permiten hacerlo como ellos quisieran, no desesperarse ni frustrarse, solo comunicarse y entenderse”.
En esta visita nos han regalado grandes recuerdos, fuimos testigos del lazo que han construido en familia caracterizada por ingredientes únicos, más que papá e hijos, son cómplices de aventuras, ya sea alrededor del asador, pescando mar adentro o en plena cocina, debatiendo si el ceviche lleva una o tres tostadas de piña. Al concluir las tomas pudimos compartir juntos el gran sabor de una paella que fue preparada por ellos mismos.
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