Aunque sigue rodeado de mitos, el flujo vaginal es uno de los indicadores más claros de que la zona V está saludable. Entenderlo y monitorearlo no solo ayuda a reconocer cambios importantes, sino también a derribar estigmas que por generaciones han afectado la forma en que las mujeres hablan y se relacionan con su propio cuerpo.
De acuerdo con UNICEF, el flujo está compuesto por moco cervical, secreciones vaginales y, en algunos momentos del ciclo, tejidos de endometrio. Su función es clave: limpiar el cuello uterino, eliminar bacterias dañinas y mantener equilibrado el pH de la vagina.
Sin embargo, como señala la Dra. Alejandra Contreras, ginecóloga y obstetra, vocera oficial de Saba, aún falta educación sobre este proceso natural:
“La desinformación y los estigmas que históricamente han rodeado la salud íntima femenina son un factor importante. Durante generaciones, se ha asociado el flujo vaginal con algo sucio o vergonzoso, contribuyendo a que incluso mujeres adultas eviten el tema o no lo reconozcan como parte de su salud, cuando la realidad es completamente diferente”.
¿Cómo es el flujo vaginal normal y saludable?
Uno de los puntos más importantes es aprender a reconocer qué se considera saludable en cada cuerpo. La especialista lo explica con claridad:
“El flujo vaginal ‘normal’ puede variar entre una persona y otra, e incluso en distintos momentos del ciclo menstrual. Por ejemplo, después de la menstruación, es común que el flujo sea escaso y más pegajoso; durante la ovulación, suele volverse más abundante, transparente y elástico, similar a la clara de huevo; y antes del siguiente sangrado, puede tornarse más cremoso, opaco o blanquecino”.
Además, factores como la edad, el embarazo, la excitación sexual o los niveles hormonales influyen directamente en su cantidad y apariencia. Lo importante, dice la doctora, es no obsesionarse con una idea única de normalidad:
“Si el flujo es transparente, blanco o amarillo pálido y con olor leve o neutro, suele considerarse saludable. Con esto en mente, más que buscar lo ‘normal’, lo importante es aprender a identificar qué es saludable para ti y conocer tu propio patrón”.
Ahora bien, cuando hay señales de alerta, el cuerpo también lo comunica. Cambios bruscos en color, como flujo verdoso o gris; un olor fuerte o desagradable; o texturas inusuales como espumosas o grumosas, acompañados de síntomas como comezón, ardor, dolor pélvico o irritación, son motivo suficiente para acudir a consulta. “Estas características pueden ser indicativas de una infección o desequilibrio que requiere atención médica”, enfatiza la ginecóloga.

¿Qué mitos o ideas erróneas sobre el flujo vaginal nos hacen daño?
Hablar abiertamente del flujo vaginal no es solo un tema de información, también es una forma de liberar culpas y dejar atrás creencias que lastiman. Entre los mitos más frecuentes, la Dra. Contreras menciona dos:
“Uno de los mitos más comunes es pensar que cualquier tipo de flujo indica una infección. Esto no solo genera miedo innecesario, sino que también impide que muchas personas lo reconozcan como una función natural y saludable del cuerpo. Otro error frecuente es creer que el flujo debe tener un olor ‘agradable’. Idea que ha sido reforzada por estereotipos poco realistas, cuando lo cierto es que cada vagina tiene su propio olor característico, y eso es totalmente normal”.
Estos mensajes, impulsados por estándares de belleza y estigmas culturales, han llevado a que muchas mujeres sientan vergüenza o inseguridad respecto a su vulva y su flujo. Sin embargo, reconocerlo como un proceso natural ayuda a normalizarlo y reconciliarse con el propio cuerpo.
Como lo dice la vocera de Saba: “Romper estos mitos es fundamental para que más personas se reconcilien con su cuerpo, comprendan su funcionamiento y tomen decisiones informadas sobre su salud íntima, sin tabúes”.
Más allá de los mitos, la aceptación de la diversidad es parte esencial del autocuidado. Así como no hay un único tipo de vulva o de ciclo menstrual, tampoco existe un flujo universal que defina la salud íntima de todas las mujeres.

¿Se debe mantener un registro del flujo y ciclo menstrual?
El autoconocimiento es una herramienta poderosa de prevención. Según datos de UNICEF y Menstruación Digna México, solo el 30% de las mujeres en el país lleva un registro de su ciclo y de las variaciones en el flujo. Esto limita la detección temprana de cambios y la posibilidad de dar información valiosa en la consulta médica.
Para la Dra. Contreras, anotar estos detalles es un paso clave: “Llevar un registro es una herramienta muy valiosa para el autocuidado. Observar cómo cambia el flujo a lo largo del mes te permite conocer tu propio ritmo y detectar fácilmente cuando algo sale de lo habitual. Además, esta información puede ser de gran ayuda en una consulta ginecológica, ya que permite dar un contexto más claro y preciso sobre posibles alteraciones”.
Conocer los propios patrones hace que sea más sencillo identificar cuándo algo no anda bien. “Identificar qué es saludable para ti te permitirá actuar con mayor rapidez. La detección temprana y la intervención oportuna son clave para mantener tu salud íntima”, añade la especialista.
Además, llevar esta bitácora también puede empoderar emocionalmente. Saber cómo funciona el cuerpo reduce la incertidumbre, da confianza y ayuda a hablar con mayor seguridad de la propia salud íntima.

¿Cómo afecta el uso de productos inadecuados en la salud íntima?
Los hábitos de higiene también influyen en el bienestar de la zona V. Aunque muchas veces la publicidad ha promovido prácticas innecesarias, lo cierto es que usar productos incorrectos puede tener consecuencias.
“El uso de productos inadecuados en la Zona V, como jabones no especializados, duchas vaginales o geles agresivos, pueden alterar el pH natural de la vagina, aumentando el riesgo de irritaciones o infecciones”, señala la Dra. Contreras.
La experta recuerda que la vagina se limpia sola y no requiere intervenciones internas. En cambio, recomienda prácticas sencillas:
“Lo que sí se recomienda es limpiar la zona V de adelante hacia atrás para evitar la propagación de bacterias y lavar únicamente la vulva con agua o, si lo deseas, un jabón íntimo diseñado especialmente para esta zona, como los jabones íntimos de uso diario Saba que respetan su pH natural y brindan una sensación de frescura y limpieza”.
Otros consejos básicos incluyen usar ropa interior de algodón, cambiarla diariamente, permitir la ventilación nocturna y, en caso de utilizar protectores diarios, hacerlo de manera adecuada:
“Usar protectores diarios respirables puede ser una gran herramienta para evitar manchas, la transpiración de olores y la acumulación de humedad. Sin embargo, estos deben cambiarse al menos 3 veces al día”, explica la doctora.
Cuidar la salud íntima no debería ser un motivo de vergüenza, sino parte del bienestar integral. Como concluye la especialista: “En primer lugar, recalcar que hablar de nuestro cuerpo y de nuestra salud íntima no debería ser motivo de vergüenza. Al contrario, es una forma de autocuidado y empoderamiento. Entre más nos informamos y hablamos abiertamente de estos temas, más fácil se vuelve identificar lo que es saludable, pedir apoyo cuando algo no está bien y, sobre todo, vivir nuestra intimidad con mayor libertad, seguridad y amor propio”.
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Coordinadora de Chic Magazine digital. Egresada de la Licenciatura en Comunicación de la FES Acatlán. Vivo de cine, los libros, videojuegos y la buena comida.
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