Montañas nevadas, lagos y, por supuesto, ese inconfundible "árbol feliz" que parecía brotar con una facilidad casi mágica en cada lienzo. Bob Ross, el pintor y presentador de “The Joy of Painting”, dejó una huella imborrable en la televisión educativa y en el corazón de millones de espectadores, pero ¿por qué siempre pintaba un árbol?
Tras sus palabras y su afán por motivar a sus alumnos con frases como "no hay errores, solo accidentes felices", se esconde una pregunta que sigue generando curiosidad: ¿por qué pintaba siempre los mismos paisajes?
La estrategia pedagógica de Bob Ross
Lejos de ser una simple repetición sin sentido, la estructura similar de los cuadros de Bob Ross obedecía a una lógica pensada.
Su programa no era solo entretenimiento, sino que era un taller televisivo. Al repetir patrones como el cielo degradado, la montaña al fondo, el lago central y el árbol en primer plano; lograba que los principiantes se sintieran capaces de seguirle el ritmo.
El método funcionaba. Sus pinceladas eran rápidas y decisivas, pero también cuidadosamente seleccionadas para enseñar técnicas específicas como el uso del cuchillo para las montañas, el pincel seco para reflejos en el agua, o el famoso abanico para los arbustos.
La repetición era, en realidad, una forma de reforzar la confianza y consolidar habilidades.

El poder de “el árbol feliz”
"El árbol feliz", más allá de su utilidad técnica como elemento que aportaba profundidad, se convirtió en un símbolo de su filosofía.
Ross solía colocarlo hacia el final de la obra, y muchos expertos sugieren que lo hacía para equilibrar la composición. Pero también hay quienes ven en él un acto de rebeldía tranquila: cubrir un espacio vacío con algo lleno de vida y optimismo.
Ross nunca explicó abiertamente por qué colocaba siempre ese árbol. Lo que sí hacía era animar a sus espectadores a colocar el suyo donde les pareciera mejor.
"Tal vez aquí vive un pequeño amigo", decía mientras añadía detalles con su pincel. Era su manera de invitar a cada persona a crear su propia historia en el paisaje.

La identidad de Bob Ross
Aunque sus cuadros se parecieran entre sí, ninguno era exactamente igual. Ross pintó más de mil obras durante su carrera, y si bien muchas compartían composiciones similares, siempre había diferencias sutiles, como una curva distinta en el río, un árbol menos frondoso, una nube. Lo que algunos ven como repetición, otros lo interpretan como estilo.
Bob Ross entendía que la gente no siempre necesita innovación constante. A veces, lo que se busca es calma, familiaridad y un pequeño escape del caos cotidiano. En cada episodio, ofrecía eso: un refugio visual y emocional.
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