Mientras las luces y los villancicos inundan las calles, para miles de personas la llegada de diciembre no significa alegría, sino el inicio de una etapa de profundo agotamiento y malestar emocional. La Navidad, cargada de expectativas de armonía perfecta y abundancia, genera un fenómeno que ya se ha comenzado a estudiar a fondo: la desconexión total con el espíritu festivo.
Desde la gestión de la soledad en un mundo hiperconectado hasta la fatiga por el consumo desmedido, las razones para no querer poner un árbol de Navidad son tan válidas como diversas. Pero, ¿dónde termina el simple desinterés y cuándo empieza un cuadro clínico que requiere atención?
¿Por qué la Navidad no es una época feliz para todos?
Durante las fiestas decembrinas, no todas las personas experimentan alegría y entusiasmo, esto se puede deber a la llamada “depresión navideña" (también conocida como depresión blanca), la cual se describe como un estado emocional temporal que afecta a una parte de la población en México.
De acuerdo con Patricia Bermúdez, profesora de la Facultad de Psicología de la UNAM, este malestar surge, en gran medida, por la presión social de “estar feliz” en una época que suele contrastar con realidades personales complejas, como problemas económicos, conflictos familiares o pérdidas recientes.
Y aunque este padecimiento puede manifestarse con insomnio, ansiedad o irritabilidad, no se considera un trastorno clínico en sí mismo.
¿Por qué algunas personas odian la Navidad y no celebran las fiestas?
El Instituto Mexicano del Seguro Social ya ha advertido desde el 2017, que durante Navidad y Año Nuevo se registra un incremento en síntomas depresivos e incluso conductas suicidas, lo cual se suele asociar al fenómeno llamado “síndrome de la silla vacía".
Este concepto alude al dolor que reaparece ante la ausencia de seres queridos, especialmente en reuniones familiares.
A este padecimiento, se le puede sumar la sobreestimulación propia de la temporada (luces, música constante y multitudes), la cual puede resultar abrumadora para personas emocionalmente vulnerables.
Y de acuerdo con un artículo de 2024 publicado por Gaceta UNAM, se señala que entre el 4 y el 8% de la población padece depresión estacional, la cual suele intensificarse en diciembre.
De esta manera, la combinación de días más cortos, clima frío y expectativas poco realistas sobre la convivencia familiar, puede aumentar la irritabilidad, el aislamiento y el rechazo hacia las celebraciones de fin de año.
¿Por qué el no celebrar las fiestas decembrinas puede ser una forma de autocuidado?
Estudios retomados por la Universidad Iberoamericana y la Universidad de Guadalajara, coinciden en que el rechazo a la Navidad no debe interpretarse como negatividad, sino como una respuesta de autoprotección emocional.
De ahí que, para algunas personas, revivir experiencias dolorosas del pasado o cumplir compromisos sociales forzados se percibe como una carga innecesaria.
De este modo, establecer límites, reducir compromisos y buscar apoyo profesional cuando el malestar persiste, puede ser de gran ayuda para esta temporada: entender estas emociones, lejos de juzgarlas, permite transitar las fiestas con mayor conciencia y bienestar personal.
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