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Personajes

Catalina Guzmán debuta en la literatura con Vestigios

Catalina Guzmán Bremer convirtió el silencio de la pandemia en palabras, dando vida a Vestigios, una trilogía que marcó su exitoso debut literario.

Catalina Guzmán se reinventa a los 54 años con una trilogía llena de suspenso / Foto: Cortesía
Catalina Guzmán se reinventa a los 54 años con una trilogía llena de suspenso / Foto: Cortesía
Adrián García

En una época marcada por la incertidumbre, Catalina Guzmán Bremer encontró en el silencio de la pandemia el inicio de un camino inesperado: escribir su primera novela. De ahí nació Vestigios, la trilogía compuesta por Bajo la sombra, Fragmentada y De las cenizas, que convirtió su refugio íntimo en un diálogo con lectores de México y España. 

A los 54 años, la autora regiomontana descubrió que siempre es posible comenzar de nuevo.

En tu infancia escribías cuentos y poemas como un refugio. ¿Cómo se transformó esa escritura íntima en una obra que ahora dialoga con miles de lectores en España y México?

Yo nunca me vi como escritora. Para mí, es más una forma de ser que una profesión. Desde niña escribía cuentos como un juego y, en la adolescencia, diarios con mis sentimientos, sin intención de mostrarlos a nadie. Era algo espontáneo y, sin buscarlo, siempre salieron como poemas. Una noche, durante la pandemia, concebí la trama de Bajo la sombra. No la escribí pensando en publicarla, sino porque no podía evitarlo: las imágenes y la historia llegaron como una cascada imposible de detener.

Compartí el primer borrador con Ricardo Colorado, guionista, y, al leerlo, me dijo: ‘Has creado un mundo en el que quiero estar; esto da para una saga, ¿estás segura de que es todo lo que tienes que contar?’. Con esa pregunta en mente imaginé el final de Fragmentada y De las cenizas, y en dos días ya tenía sus escaletas. Después me dediqué a investigar y a pulir las novelas, hasta que familia y amigos me animaron a publicarlas. Todo el proceso ha sido una serie de coincidencias o quizá de destino.

¿Cómo nace la inspiración para construir la historia de esta trilogía?

Esta trilogía es hija de la pandemia. Nació en sus inicios, cuando sabíamos muy poco sobre cómo se contagiaba, no había cura ni vacunas. Una amenaza latente e invisible nos mantuvo en aislamiento y desató un pánico colectivo. La incertidumbre ante algo imparable e impredecible fue el terreno fértil del que brotaron estas historias. Y, como si eso fuera poco, mi hija y yo veíamos películas de terror, pero los finales con efectos especiales exagerados me decepcionaban. Entonces me pregunté: ¿cuál sería el final de suspenso que a mí me gustaría ver? Esa noche, a las diez, me senté con una libreta y una pluma, y al filo de la madrugada ya tenía la escaleta de Bajo la sombra, concebida como una película.

Para Catalina, la curiosidad te lleva a la pasión y hacer lo que te apasiona te transforma / Foto: Cristina Palacios
Para Catalina, la curiosidad te lleva a la pasión y hacer lo que te apasiona te transforma / Foto: Cristina Palacios

Vestigios explora la memoria y lo intangible, ¿hubo alguna experiencia personal o familiar que detonara la idea de esta trilogía?

Siempre me ha interesado la naturaleza humana y la fragilidad de la mente. Somos nuestra memoria. Vivimos en nuestra mente. La verdad es relativa y la percepción, determinante. Nuestras heridas nos sesgan, el entorno nos condiciona y el miedo, que existe para protegernos, cuando se desborda, nos impide ver con claridad. En lo familiar, cargamos con lo que no nos corresponde y el pasado se hace presente. Estoy convencida de que nuestra historia comienza mucho antes de nacer.

Tus novelas se sitúan en Navarra, un lugar con una carga histórica y cultural particular. ¿Qué te sedujo de esa geografía y cómo la convertiste en un personaje más de la trama?

Siempre me han gustado las películas de suspenso españolas y, como concebí la historia como una película, supe que debía situarse en España. En pleno semáforo rojo de la pandemia llamé a una agencia de viajes y pedí un sitio con un pasado de quema de brujas, un pueblo medieval y supersticioso, rodeado de bosques con niebla, veranos con tormentas e inviernos de nieve. Tres horas después me respondieron: el Pirineo Navarro reunía todo eso. Cuando viajé con mi hermana y mi hija descubrí que era exactamente el lugar que había imaginado antes de conocerlo. No sé si yo lo encontré o si en realidad ya me estaba esperando.

La historia se sitúa en Navarra, España, un lugar que concibe la vibra oscura de la historia / Foto: Joseba Urretavizcaya
La historia se sitúa en Navarra, España, un lugar que concibe la vibra oscura de la historia / Foto: Joseba Urretavizcaya

¿Cómo trabajaste junto al historiador Fernando Hualde para dar solidez histórica a un relato que también se adentra en lo místico?

Cuando regresé del Pirineo me dediqué a investigar a fondo su cultura, tradiciones y mitología. Al terminar las descripciones contacté a un centro cultural de Navarra y pregunté si conocían a alguien que pudiera corroborar lo que había escrito. Fue entonces cuando Fernando Hualde me respondió: ‘yo soy tu contacto, pregunta sin miedo’. Y así lo hice: le envié un listado inmenso de preguntas que él fue contestando con enorme generosidad. Incluso me acompañó en las presentaciones en Madrid y Navarra, llevando objetos que forman parte de su colección y que aparecen en la novela. Su labor fue garantizar la veracidad de los hechos; la mía, darles vida a través de la ficción.

Durante años escribías solo para ti; ahora, con Vestigios, abres tu mundo a los lectores. ¿Qué tan difícil fue esa transición de la intimidad a lo público?

Siempre que compartes algo tan personal sientes que te desnudas ante el mundo, y eso te vuelve vulnerable e insegura. No sabía qué esperar, si iba a gustar o no, pero aun así decidí lanzarme. Ha sido la experiencia más transformadora de mi vida: a los 54 creí que ya sabía quién era, y nunca imaginé que un día diría ‘soy autora de una trilogía’.

Has mencionado que esta es la primera vez que abres tu universo íntimo a los lectores. ¿Qué vulnerabilidades y certezas te deja este proceso?

Este proceso me ha enseñado que nunca es tarde para aprender y emprender. La curiosidad te lleva a la pasión, y hacer lo que te apasiona te transforma. El que pierde la curiosidad empieza a envejecer. Nunca sabes de lo que eres capaz hasta que te lanzas: no se aprende soñando, sino haciendo. Y al final no importa si el resultado es el que esperabas o no; lo que realmente te forma y te define es lo que aprendes y disfrutas en el camino. Y no importa la edad: la pasión no sabe de años.

Después de haber abierto este universo íntimo al mundo, ¿qué te ha enseñado Vestigios sobre ti misma?

No imaginé que era tan perseverante, capaz de pasar de siete de la mañana a dos de la madrugada frente a la computadora porque no podía parar. Aprendí que todos procesamos distinto y que no hay un único camino para llegar a una meta. Se dice que si no lees no escribes, y eso puede paralizar a quien no es un gran lector o no estudió literatura, como es mi caso. He leído, sí, pero no mucho; mi verdadera influencia viene del cine y la televisión

Descubrí que lo que creemos una carencia también puede convertirse en una ventaja. En una charla con una doctora en letras y una lingüista me dijeron: ‘¿Cómo puedes crear todo esto? Yo sé analizar y redactar a la perfección, pero he estudiado tanto y conozco tantas reglas que termino sobreanalizando y no me atrevo’. Entonces entendí que cuando no sabes lo que no sabes, esa inocencia te da libertad y frescura. Aprendí que debemos abrazar nuestra esencia: lo que te hace diferente no es necesariamente un defecto, es lo que te vuelve especial. Yo soy claramente visual, y quizá por eso mis lectores dicen que pueden ver, saborear y sentir lo que viven mis personajes.


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