La Ley Trasciende es una iniciativa ciudadana que busca reconocer el derecho a decidir sobre el final de la vida. No promueve la muerte, sino que pretende dignificar la vida hasta el último momento, evitando sufrimientos innecesarios para quienes enfrentan enfermedades terminales o una calidad de vida severamente limitada.
Sus objetivos son garantizar una muerte sin dolor, brindar acompañamiento médico y ético a pacientes y familias, y dejar de criminalizar la compasión.

El caso de Samara Martínez
La propuesta surge a raíz de la experiencia de Samara Martínez, una periodista mexicana diagnosticada en la adolescencia con insuficiencia renal crónica y lupus. A lo largo de más de diez años, ha enfrentado trasplantes, diálisis, hospitalizaciones y dolores intensos. Ante la falta de opciones médicas que mejoren su calidad de vida, Samara decidió impulsar esta ley mediante una petición en Change.org, que ya suma más de 53 mil firmas.
“Lo que he hecho los últimos 10 años de mi vida es luchar. Mis 20 se me fueron en luchar”, expresó en entrevista para MILENIO. Para ella, la eutanasia no significa rendirse, sino encontrar paz después de años de resistencia.
Eutanasia: entre lo médico, lo legal y lo religioso
El término eutanasia proviene del griego eu (bien) y tanos (muerte), y puede entenderse como una muerte tranquila o sin sufrimiento. Existen dos tipos, la pasiva en la que se suspenden tratamientos médicos que prolongan la vida artificialmente. Y la activa que consiste en la intervención médica directa para provocar una muerte rápida e indolora.
En México, la eutanasia activa está prohibida por la Ley General de Salud, aunque la Ley de Voluntad Anticipada vigente en 15 estados permite a los pacientes decidir sobre su atención médica al final de la vida.

¿En qué situación está México frente a la eutanasia?
A nivel internacional, solo nueve países han legalizado la eutanasia en circunstancias extremas: Países Bajos, Bélgica, Luxemburgo, Canadá, Colombia, España, Nueva Zelanda, Portugal y Ecuador. Suiza, por su parte, permite el suicidio asistido.
El debate en México está marcado por posiciones médicas, legales y religiosas. Mientras algunos lo consideran un acto de humanidad, otros lo ven como un atentado contra el juramento hipocrático o los principios de fe.
Más allá de las posturas, el caso de Samara refleja la urgencia de discutir el tema. La Ley Trasciende pone sobre la mesa la dignidad de los pacientes que enfrentan el final de la vida con dolor y sin alternativas. El camino legislativo será largo, pero su sola existencia ha abierto un diálogo que podría transformar la forma en que México entiende la salud, la vida y la muerte.

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